Resumen:
Entre una cosmopolita producción destinada al público infantil de principios de siglo XXI, que complejiza los lazos familiares (aunque no se atreve aún a violar el happy end), comienzan a editarse en español los curiosos libros del artista norteamericano Edward Gorey, nacido en Massachusetts en 1925. Sus historias, que él mismo ilustra, caracterizadas por un clima fatídico, lo han convertido en autor de culto. Dado que la producción de literatura destinada a la infancia se ha caracterizado por procesos de infantilización y domesticación, como así también de frivolización, resulta al menos enigmática –cuando no turbulenta– la decisión de ubicar a este excéntrico autor en las estanterías infantiles, puesto que su estilo minucioso, acorde con lo macabro y lo insólito, apuesta a una atención profunda a la materialidad textual más que a la majadería léxica típica de gran parte de la literatura infantil y a la polisemia más que al sentido tutelado. En el marco de la tesis doctoral “Malvados incansables en la Literatura Infantil y Juvenil: un estudio de los personajes devoradores en el cuento folklórico maravilloso y en el libro álbum” (Fernández 2021), cuyo objetivo apuntó a estudiar las modificaciones formales y de contenido experimentadas por los antagonistas de los cuentos folklóricos en formatos y géneros que circulan en Argentina desde fines del siglo XX y principios del XXI, el presente artículo se propone dar cuenta de las vinculaciones de la obra de Gorey con un tipo especial de cuento folklórico universal. Mostramos también cómo dos géneros aparentemente disímiles, comparten, además del comeniños, determinadas marcas textuales que nos hablan de sus contextos de producción y de las formas de concebir y tratar a la infancia.